>En una caverna de metal, una vez se extravió un conejo,
Una fábrica de palas donde jugaban las palas de metal,
Con engranajes y engranajes y un sonido terrible,
El conejo saltó y miró a su alrededor.
Masticaron y desgarraron, destrozaron y trituraron,
Se encontraron sus orejas, su cola y sus bigotes.
En pedazos a lo largo de ese frío abismo de metal,
El pobre conejo estaba perdido en lo más profundo de este lío.
Pero entonces, un pequeño milagro surgió de los restos del naufragio:
El corazón del conejo todavía latía dentro de su cuello,
Una chispa de vida se aferró a su maltratada forma,
Un símbolo de esperanza en medio de la tormenta.
Se lo llevaron esas máquinas de poder,
A una habitación de hospital, donde pasaría la noche,
Lo envolvieron vendas y las enfermeras lo atendieron.
Mientras yacía allí, sus fuerzas fueron recuperando lentamente.
Los días se convirtieron en semanas, el conejo se hizo fuerte,
Su pelaje volvió y cantó su propia canción.
Un superviviente de espadas y conflictos industriales,
Un testimonio del poder de la vida.
Moraleja del poema:
Nunca pierdas la esperanza, no importa cuán grave pueda parecer la situación. Incluso frente a dificultades abrumadoras, siempre existe una posibilidad de supervivencia y renovación.