Dentro del tranquilo corazón del bosque,
Donde los susurros de la vida imparten suavemente,
Allí se alza un árbol, majestuoso y alto,
Sus ramas alcanzan la llamada del cielo.
Con hojas que se mecen en el abrazo de la naturaleza,
Como gentiles bailarines, llenos de gracia,
Captan los rayos dorados de la luz del sol,
Transformándolos en exhibiciones vibrantes.
Bajo su sombra se abre un refugio,
Donde las criaturas buscan refugio, historias no contadas,
De las ardillas que corretean de alegría,
A los pájaros que cantan sus melodías libres.
En cada estación cambia de tonalidad,
Un testimonio del arte de la naturaleza, verdadero,
Del verde verde al oro ardiente,
La paleta de un pintor, una historia no contada.
En lo profundo de su tronco residen secretos,
Rodeado de una historia que no se puede negar,
Testigo del tiempo, inquebrantable y fuerte,
Un faro de resiliencia, al que todos pertenecen.