La anciana es representada como una figura marginada, que vive al margen de la sociedad. A menudo se la ve buscando comida y refugio, y con frecuencia se encuentra con indiferencia u hostilidad por parte de quienes la rodean. Sin embargo, mantiene un sentido de dignidad y respeto por sí misma, negándose a ser definida por sus circunstancias.
Uno de los rasgos más llamativos de la anciana es su relación con la naturaleza. Parece poseer una profunda conexión con el mundo natural y encuentra consuelo y consuelo en medio del caos urbano que la rodea. A menudo se la ve en comunión con pájaros, insectos y otras criaturas, y disfruta mucho con la sencilla belleza del mundo natural.
A través de la figura de la anciana, Kolatkar explora temas como el envejecimiento, la pobreza y la condición humana. Desafía las nociones convencionales de belleza y valor, y nos invita a reconsiderar nuestras percepciones de aquellos que a menudo son ignorados o marginados por la sociedad.
La sabiduría y la resistencia de la anciana han dejado a los lectores maravillados e inspirado a reflexionar sobre la riqueza y complejidad de la experiencia humana.