Cuando considero cómo se gasta mi luz,
Antes de la mitad de mis días, en este mundo oscuro y ancho,
Y ese talento que es muerte esconder,
Alojado conmigo inútil, aunque mi alma más doblada
Servir con ello a mi Hacedor y presentar
Mi verdadero relato, para que no vuelva a reprenderme;
“¿Dios exige trabajo diurno, negándose la luz?”
Pregunto con cariño. Pero paciencia, para evitar
Ese murmullo pronto responde:“Dios no necesita
O el trabajo del hombre o sus propios dones; quien mejor
Llevad su yugo suave, ellos le sirven mejor. su estado
Es regio. Miles a su velocidad de oferta
Y postear sobre Tierra y Océano sin descanso:
También sirven los que sólo están de pie y esperan”.
_John Milton_