En el contexto de la obra, esta línea tiene varios niveles de significado. En un nivel, refleja los temas de venganza y violencia que aparecen a lo largo de la obra. El deseo de venganza de Tamora se ve alimentado por su dolor y enojo por la pérdida de su hijo, y está dispuesta a hacer todo lo posible para lograrlo. En otro nivel, la línea puede verse como un reflejo de la dinámica de poder que actúa en la obra. Como mujer y extranjera, Tamora a menudo es marginada y subestimada por los personajes masculinos que la rodean. Sin embargo, su declaración de venganza demuestra que no debe tomarse a la ligera y que es capaz de ejercer poder e influencia por derecho propio.
La frase "la venganza es mía" también tiene una resonancia más amplia más allá del contexto de la obra. Se ha utilizado a lo largo de la historia para expresar la idea de que la justicia y la retribución se pueden lograr mediante la acción personal, en lugar de hacerlo por medios legales o institucionales. Es un llamado a la acción y un recordatorio de que quienes hacen daño a otros no siempre escapan a las consecuencias.