Los cuentos de hadas tienen una larga historia que se remonta a miles de años y sus orígenes se remontan al folclore antiguo, la mitología y las tradiciones de narración oral de diversas culturas de todo el mundo. Inicialmente fueron compartidas y transmitidas a través de la tradición oral, y personas de todas las edades disfrutaban y se relacionaban con estas historias.
Inicialmente, los cuentos de hadas y las historias populares tenían propósitos simbólicos, de advertencia, religiosos y moralistas. Transmitieron creencias, tradiciones y valores culturales de una generación a la siguiente. Con frecuencia se exploraron temas como el bien contra el mal, la valentía, la sabiduría y la importancia de la bondad y la justicia.
En los siglos XVII y XVIII, figuras literarias como Charles Perrault, los hermanos Grimm y Hans Christian Andersen recopilaron, transcribieron y publicaron cuentos de hadas en un formato adecuado para la lectura. Sin embargo, estas primeras publicaciones todavía no estaban dirigidas principalmente a los niños.
Fue en el siglo XIX cuando la percepción de los cuentos de hadas comenzó a desplazarse gradualmente hacia la literatura infantil. Escritores y educadores empezaron a adaptar los cuentos de hadas para hacerlos más accesibles y atractivos para los niños. Algunas versiones originales se modificaron para eliminar contenido macabro o para adultos, mientras que se crearon nuevas historias específicamente para el disfrute de los niños.
A pesar de estar diseñados para niños, estos cuentos de hadas adaptados aún conservaban sus temas y simbolismos universales, lo que permitía que personas de todas las edades siguieran encontrando significado y disfrute en ellos.
En resumen, los cuentos de hadas evolucionaron naturalmente a través de la narración oral y la herencia cultural. Con el tiempo, pasaron de ser una forma universal de entretenimiento a asociarse principalmente con la literatura infantil, sin perder su esencia multifacética original.