Por ejemplo, tomemos el caso de la antigua profecía que decía que Roma eventualmente sería destruida por un incendio. Algunos historiadores creen que esta profecía jugó un papel en el declive de la ciudad, cuando la gente comenzó a perder la fe en sus líderes e instituciones. Es posible que hayan visto la profecía como una señal de que Roma estaba condenada y, como resultado, se volvieron más propensos a rebelarse contra el gobierno o volverse complacientes con el destino de la ciudad. Por otro lado, la profecía también podría haber sido simplemente una coincidencia o una suposición afortunada de la persona que la hizo.