Tanto la excitación como el miedo de Macbeth son comprensibles. Es ambicioso y quiere ser rey, pero también es una persona moral y no quiere hacer daño a nadie. El conflicto entre estos dos deseos crea una gran tensión en la obra y es, en última instancia, lo que conduce a la caída de Macbeth.
Además de sus sentimientos personales, Macbeth también está influenciado por las palabras de las brujas. Las brujas le dicen que será rey, pero no le dicen cómo será rey. Esto deja a Macbeth a su suerte y, en última instancia, decide tomar el asunto en sus propias manos. Mata al rey Duncan y, al hacerlo, se encamina a un camino de destrucción.
La historia de Macbeth es una advertencia sobre los peligros de la ambición y la codicia. Muestra que incluso las mejores intenciones pueden tener consecuencias terribles.