La comparación con una madre radica en la naturaleza cariñosa, protectora y devota tanto de Antígona como de una figura materna. El amor y la determinación de Antígona de honrar los derechos de entierro de su hermano la alinean con el papel tradicionalmente maternal de cuidar y proteger a la propia familia. Sin embargo, el contexto en el que exhibe estas cualidades subvierte las normas asignadas a las mujeres en la sociedad griega antigua.
La ironía surge porque, en la mayoría de las sociedades griegas antiguas, las mujeres estaban relegadas a las tareas domésticas y no se esperaba que participaran activamente en cuestiones de política, derecho o disputas sociales. Estaban confinadas principalmente al hogar y no se las consideraba poseedoras de capacidad o autoridad para tomar decisiones que pudieran desafiar el dominio masculino o las normas establecidas.
Al retratar a Antígona como una mujer que desafía estos límites, afirmando sus principios morales y desafiando la autoridad de un rey, Sófocles crea un contraste irónico. Desafía los roles de género y las estructuras de poder de su tiempo, destacando la tensión inherente entre las cualidades maternales protectoras y la feroz independencia y agencia mostradas por Antígona.
Además, resulta irónico que Antígona, conocida por su inquebrantable lealtad a su familia, se vea obligada a elegir entre sus deberes como hermana y las exigencias del Estado, un dilema al que tradicionalmente se enfrentan los personajes masculinos de las tragedias griegas. Esta inversión subraya aún más la complejidad y la ironía que rodean a su personaje y la subversión de las normas de género en la obra.