Por ejemplo, cuando las personas tienen una opinión poco convencional, se les puede llamar contrarias. En situaciones en las que el consenso predominante es que algo sucederá o que una determinada elección es la más probable, alguien contrario podría tener la opinión opuesta, creyendo que sucederá lo contrario basándose en un razonamiento independiente. Esto puede resultar arriesgado porque implica un mayor grado de certeza del que puede justificarse.
La advertencia de tener cuidado con los contrarios destaca que, si bien desafiar las creencias populares a veces puede conducir a ideas valiosas, descartar de plano las opiniones de consenso sin una consideración cuidadosa puede ser imprudente y potencialmente conducir a errores u oportunidades perdidas.