Los archivos MIDI no contienen datos de sonido reales, sino más bien un conjunto de comandos que especifican qué notas, instrumentos y otros parámetros deben tocarse. Estos archivos son de tamaño relativamente pequeño en comparación con los archivos de audio, ya que solo almacenan la información de interpretación en lugar de las muestras de audio reales.
Los archivos MIDI se pueden utilizar para crear y editar música con software compatible con MIDI, como estaciones de trabajo de audio digital (DAW). También se pueden reproducir en sintetizadores y samplers de hardware que admitan MIDI. Además, los archivos MIDI se utilizan en una variedad de otras aplicaciones, como videojuegos y software educativo.
Una ventaja de los archivos MIDI es que se pueden modificar y editar fácilmente. Esto permite a los músicos crear y experimentar con diferentes sonidos y arreglos sin tener que volver a grabar los datos de audio. También ofrecen flexibilidad en términos de los instrumentos utilizados, ya que el mismo archivo MIDI se puede reproducir en diferentes sintetizadores o samplers, cada uno produciendo su interpretación única de la música.
Sin embargo, los archivos MIDI no capturan toda la expresividad y los matices de una grabación de audio real. La calidad y el realismo del sonido producido a partir de archivos MIDI dependen de la calidad del sintetizador o sampler MIDI utilizado para reproducirlos. Además, los archivos MIDI no contienen información sobre la mezcla, los efectos u otros elementos de ingeniería de audio que pueden estar presentes en un archivo de audio.
En general, los archivos MIDI son un formato versátil para crear, editar y reproducir música en un entorno digital. Ofrecen flexibilidad y facilidad de modificación y se utilizan ampliamente en la producción musical y diversas aplicaciones de medios digitales.