Los primeros órganos de tubos se construyeron en el siglo III a.C. en Grecia. Estos primeros órganos eran muy simples, con sólo unos pocos tubos. Con el tiempo, los órganos se volvieron más complejos y empezaron a utilizarse en iglesias y catedrales. En el siglo XVI, los órganos eran algunos de los instrumentos más complejos y sofisticados del mundo.
Hoy en día, los órganos de tubos todavía se utilizan en iglesias y catedrales, así como en salas de conciertos y otros lugares. Se consideran uno de los instrumentos más bellos y majestuosos del mundo.