Los camarotes de primera clase eran espaciosos y estaban bien equipados, con paneles de caoba, alfombras lujosas y muebles elegantes. Cada cabaña tenía su propio baño privado, completo con bañera, lavabo e inodoro. Los pasajeros de primera clase también tuvieron acceso a una variedad de servicios compartidos, incluida una sala para fumadores, una biblioteca, un gimnasio y una piscina.
La comida servida en el comedor de primera clase era de la más alta calidad y los pasajeros podían elegir entre una amplia variedad de platos. El menú incluía platos como rosbif, chuletas de cordero, pollo, pescado y varios postres. Los pasajeros de primera clase también tuvieron acceso a una variedad de bebidas, como champán, vino y cócteles.
El servicio brindado a los pasajeros de primera clase fue impecable. Los pasajeros fueron atendidos por un equipo de azafatas y azafatas que siempre estuvieron dispuestos a atender cualquier petición. Los pasajeros de primera clase también tenían acceso a un conserje que podía ayudarles con cualquier trámite especial que pudieran necesitar.
En general, el alojamiento de primera clase en el Titanic era verdaderamente lujoso y brindaba a los pasajeros lo último en comodidad y conveniencia.