En la obra, Próspero es el duque exiliado de Milán que utiliza sus poderes mágicos para controlar la isla y sus habitantes. Caliban es el hijo nativo y deformado de Sycorax, el anterior gobernante de la isla. Prospero ha esclavizado a Caliban y lo utiliza como sirviente, obligándolo a cumplir sus órdenes y obedecer sus órdenes.
Esta relación refleja las ideas de Ngugi sobre la forma en que las potencias colonizadoras han utilizado el control mental para subyugar a los pueblos nativos. Próspero utiliza su conocimiento y poder superiores para manipular y controlar a Calibán, del mismo modo que las potencias colonizadoras a menudo han utilizado su tecnología y recursos superiores para dominar a las poblaciones nativas.
Además, la naturaleza deformada de Caliban es un símbolo de la forma en que los colonizadores a menudo retrataban a los nativos como inferiores e incapaces de autogobernarse. La esclavitud de Calibán resalta aún más el trato brutal y la opresión que los pueblos nativos han enfrentado bajo el colonialismo.
A través de esta relación entre Próspero y Calibán, Shakespeare presenta una crítica de la dinámica de poder y los sistemas de control inherentes al colonialismo, reflejando las preocupaciones y perspectivas de Ngugi wa Thiong'o con respecto al control mental y el tratamiento de los pueblos nativos.