Horace apoya este consejo presentando varios ejemplos de cómo la vida es incierta y la muerte puede llegar en cualquier momento. Señala que las estaciones cambian y los años pasan rápidamente, y que incluso las personas más fuertes y sanas pueden enfermar repentinamente y morir. También cita el ejemplo de la Guerra de Troya, que provocó la destrucción de Troya y la muerte de muchos héroes.
Ante esta incertidumbre, Horace sostiene que lo mejor es vivir la vida al máximo y disfrutar de los placeres simples que la vida tiene para ofrecer. Anima a Leuconoe a beber vino, escuchar música y pasar tiempo con sus seres queridos. También le aconseja que sea generoso y ayude a los demás, y que viva cada día como si fuera el último.
Horacio concluye la oda reafirmando la inevitabilidad de la muerte y la importancia de vivir la vida al máximo mientras podamos. Insta a Leuconoe a recordar que la muerte siempre está cerca y que es mejor vivir una vida corta pero feliz que una larga y miserable.