Aquí está el prólogo:
Dos hogares, ambos iguales en dignidad,
En la bella Verona, donde ponemos nuestra escena,
Desde una antigua ruptura de rencor hasta un nuevo motín,
Donde la sangre civil contamina las manos civiles.
Desde adelante, los lomos fatales de estos dos enemigos
Una pareja de amantes desventurados se quitan la vida;
Cuyos lamentables y desventurados derrocamientos
Con su muerte, entierra la lucha de sus padres.
En este prólogo, Shakespeare nos dice que la disputa entre los Montesco y los Capuleto es antigua y que ha provocado mucha violencia y derramamiento de sangre. De hecho, la disputa es tan intensa que ni siquiera una nueva generación de amantes, Romeo y Julieta, puede escapar de ella. Sus trágicas muertes resolverán en última instancia la disputa, pero sólo después de que haya causado mucho dolor y sufrimiento.