Duelo con Aquiles:
Después de la muerte de su amigo cercano y aliado, Patroklos, Aquiles se llenó de ira y juró vengarlo. Persiguió a Héctor, el mayor guerrero troyano y defensor de Troya, hasta el campo de batalla.
Persecución alrededor de Troya:
Inicialmente, Héctor intentó evitar una confrontación con Aquiles corriendo alrededor de las murallas de Troya. Los dos guerreros rodearon la ciudad tres veces hasta que intervino Zeus, el rey de los dioses.
Apolo abandona a Héktor:
Apolo, que había estado protegiendo a Héctor durante toda la guerra, se dio cuenta de que su destino era morir contra Aquiles. Apolo se apareció brevemente a Héctor durante la persecución para disuadirlo de enfrentarse a Aquiles y dejarlo a su suerte.
El Duelo Fatal:
Aquiles finalmente alcanzó a Héctor. A pesar de las súplicas de clemencia de Héctor e incluso de ofrecer un rescate, Aquiles se mantuvo implacable. En un duelo uno contra uno, Aquiles clavó su lanza en la garganta de Héktor, asestándole el golpe final.
Arrastre del cuerpo de Héktor:
Después de matar a Héctor, Aquiles ató su cuerpo a su carro y lo arrastró brutalmente de regreso al campamento aqueo. Deshonró el cuerpo de Héctor al negarse a permitir que fuera enterrado adecuadamente según las costumbres troyanas.
Rescate y funeral:
Después de varios días, los dioses intervinieron y Príamo, el padre de Héctor, apeló a Aquiles para que le devolviera el cuerpo de su hijo para un entierro adecuado. Aquiles finalmente cedió, aceptó un rescate por Héctor y permitió a los troyanos llorar y enterrar con honores a su héroe caído.
En La Ilíada, la muerte de Héctor no sólo simboliza la caída del mayor defensor de Troya, sino que también enfatiza las trágicas consecuencias de la guerra y la naturaleza destructiva de la ira y la venganza inquebrantables.