Por ejemplo, en el Libro Segundo de la Ilíada, aparece una serpiente en el templo de Zeus, lo que se toma como un presagio de que los griegos saldrán victoriosos en su guerra contra los troyanos. En el Libro Doce, se ve un águila cargando una serpiente, lo que se interpreta como una señal de problemas para los troyanos.
Los presagios son una parte importante de la Ilíada y ayudan a crear una sensación de suspenso y presentimiento. También añaden una capa de complejidad a la historia, ya que sugieren que hay un poder superior actuando en el mundo de los dioses y los humanos.