Porcia se disfrazó de abogada y acudió al juzgado donde se tramitaba el caso de Antonio. Ella argumentó que Shylock sólo podía tomar medio kilo de carne de Antonio, pero ni una sola gota de su sangre. Si Shylock tomara sangre, sería culpable de asesinato.
Este inteligente argumento funcionó y Shylock se vio obligado a abandonar el caso. La ayuda de Porcia salvó la vida de Antonio, quien le estuvo eternamente agradecido.