En muchos sentidos, el argumento de Christof tiene cierta validez. Señala la creciente prevalencia de noticias falsas, entretenimiento superficial y manipulación de la información en los medios, que pueden dificultar el discernimiento de la verdad. Además, la mercantilización de las experiencias y el deseo de fama y riqueza han conducido a una cultura en la que la autenticidad y las conexiones genuinas a menudo se sacrifican en aras de la superficialidad.
Sin embargo, la perspectiva de Christof también simplifica demasiado las complejidades de la verdad y la realidad. Si bien existen desafíos y complejidades al navegar por el panorama de los medios modernos, es injusto descartar la totalidad del mundo real por carecer de verdad. Hay innumerables personas, comunidades y movimientos que luchan por la verdad, la justicia y conexiones significativas en diversos aspectos de la vida.
En última instancia, la cuestión de si Christof ha acertado es subjetiva y depende de las percepciones individuales de la verdad y la realidad. El libro anima a los lectores a reflexionar críticamente sobre la naturaleza de la verdad, el papel de los medios y la tecnología y la importancia de la autenticidad en un mundo cada vez más moldeado por experiencias fabricadas.