1. Simplicidad versus lujo:
Los aldeanos viven una vida sencilla y humilde donde su principal objetivo es ganarse la vida y mantenerse a sí mismos. Se los describe como "gente sencilla", "ancianos sencillos" y "pastores pobres". Por el contrario, la corte de Camelot se describe como un lugar de grandeza, lujo y extravagancia, donde se exhiben la riqueza y el estatus. Los miembros de la corte se entregan a banquetes, torneos y otros pasatiempos opulentos.
2. Paz versus conflicto:
El pueblo retrata una existencia pacífica y armoniosa donde la gente vive en tranquilidad. Tennyson utiliza términos como "hogares tranquilos" y "calles tranquilas" para describir esta atmósfera serena. Por otro lado, Camelot está plagada de conflictos, traiciones y luchas de poder. Los miembros de la corte están constantemente involucrados en intrigas políticas y compitiendo por el favor del rey.
3. Virtud versus corrupción:
Se retrata a los aldeanos como poseedores de nobles virtudes como la honestidad, la sinceridad y la lealtad. Se los describe como "hombres fieles", "corazones verdaderos" y "corazones leales". Por el contrario, la corte de Camelot está manchada de decadencia moral y corrupción. Muchos de los caballeros son deshonrosos, se involucran en asuntos ilícitos y están plagados de avaricia y lujuria.
4. Contentamiento versus ambición:
Los aldeanos están contentos con sus vidas sencillas y no albergan grandes ambiciones. Encuentran satisfacción en sus modestos esfuerzos y se concentran en sus responsabilidades. Por el contrario, la corte está llena de individuos ambiciosos que buscan poder, gloria y reconocimiento. Esta ambición a menudo genera celos, envidia y conflictos entre los caballeros.
5. Estabilidad versus cambio:
El pueblo representa estabilidad y tradición. Los aldeanos se adhieren a sus costumbres y valores, manteniendo un sentido de continuidad y pertenencia. Camelot, por otro lado, experimenta cambios y trastornos significativos a lo largo de la narrativa. El reino sufre diversas pruebas, traiciones y guerras civiles, que finalmente conducen a su caída.
A través de estos contrastes, Tennyson destaca la tensión entre idealismo y realidad, entre la pureza y honestidad de la vida sencilla y la corrupción y decadencia moral de la sociedad cortesana. Sugiere que la verdadera virtud y felicidad pueden residir en la existencia humilde de los aldeanos más que en la grandeza de Camelot.