La vida de Apolonio da un giro inesperado cuando un grupo de circo liderado por un hombre fuerte llamado Atlas llega a la ciudad. Atlas desafía a los residentes a enfrentar su fuerza e incluso ofrece un premio a quien pueda derrotarlo. Apolonio, impulsado por el deseo de recuperar su gloria pasada e impresionar a la bella Esmeralda, una chica del pueblo, decide enfrentarse al formidable Atlas.
Apolonio se dedica a un entrenamiento intenso, siguiendo los métodos que alguna vez le dieron fuerza y atletismo. A medida que se acerca el día del concurso, la emoción aumenta y la ciudad se reúne para presenciar el tan esperado enfrentamiento. El partido entre Apolonio y Atlas es reñido, con ambos luchadores dándolo todo. En un momento de gran emoción, Apolonio logra asestar un poderoso golpe, derrotando al imbatible Atlas.
Sorprendentemente, Atlas parece humilde ante la derrota y comparte una revelación con Apolonio. Atlas confiesa que su fuerza, como la de Apolonio, fue una ilusión creada para entretenerse. Mientras hablan, Atlas sucumbe a un ataque cardíaco, revelando que su forma física aparentemente sobrehumana ocultaba fragilidad y mortalidad.
La historia termina con Apolonio contemplando su triunfo y la naturaleza transitoria de la fuerza. Se da cuenta de que su victoria no fue sólo un logro personal sino también una representación simbólica del poder de la determinación, la resiliencia del espíritu humano y la aceptación de que la vida, con todos sus desafíos, debe ser aceptada.