La letra describe la llegada de los colonizadores a América, su encuentro con los pueblos nativos y la violencia y explotación que siguió. El cantante lamenta la destrucción provocada y reconoce que los colonizadores han "dejado un sabor amargo" en la boca de los pueblos indígenas.
La canción también reflexiona sobre el impacto de la colonización en los propios colonizadores. El cantante habla del "vacío" y la "oscuridad" que siente a raíz de su participación en el proceso de colonización. Se da cuenta de que se ha convertido en parte de un ciclo de violencia y destrucción y expresa el deseo de liberarse de este ciclo.
En definitiva, la canción es un llamado a la reconciliación y la curación entre los colonizadores y los colonizados. El cantante reconoce la necesidad de que los colonizadores asuman la responsabilidad de sus acciones y trabajen para crear un mundo más justo y equitativo.