He aquí una breve explicación del poema:
1. La vida es una etapa: El poema comienza preparando el escenario para la comparación. Jaques dice:"Todo el mundo es un escenario, y todos los hombres y mujeres meros actores". Esta línea establece la metáfora de que la vida es una representación teatral, en la que cada persona desempeña un papel.
2. Siete etapas del hombre: A continuación, Jaques describe las siete etapas de la vida de una persona, desde la infancia hasta la vejez, comparándolas con diferentes actos de una obra de teatro. Estas etapas incluyen:
* Bebé: Llorando e indefenso como un bebé recién nacido.
* Colegial: Ir a la escuela de mala gana, llevar una cartera y un rostro brillante por la mañana.
* Amante: Suspirando como un horno por el ser amado.
* Soldado: Lleno de juramentos extraños, celoso del honor, rápido para pelear y reñir.
* Justicia: Digno y respetado, con una barriga bastante redonda.
* Pantalones: Viejo, marchito, celoso y desconfiado, con gafas en la nariz y calzas juveniles, una gran bragueta suelta.
* Segundo infantilismo: Volviendo al estado de desamparo de la infancia, sin dientes, sin vista y sin gusto, y sin nada.
3. Reflexión sobre roles y desempeños: Jaques reflexiona sobre los diferentes roles que desempeñan las personas en la vida, desde reyes hasta mendigos. Enfatiza la idea de que cada persona tiene su propio papel que desempeñar y debe desempeñarlo bien para cumplir el gran esquema de la vida.
4. Fin de la obra: El discurso termina con una poderosa comprensión. Jaques dice:"La última escena de todas, que pone fin a esta extraña historia llena de acontecimientos, es la segunda puerilidad y el mero olvido, sin dientes, sin ojos, sin gusto, sin todo". Esta línea destaca la etapa final de la vida, donde todos los roles y actuaciones llegan a su fin, dejando atrás sólo el olvido y la pérdida de todas las facultades.
En esencia, el poema "Todo el mundo es un escenario" ofrece una perspectiva filosófica sobre la naturaleza de la vida y los roles que desempeñamos en ella. Nos anima a aceptar nuestros papeles, interpretarlos con gracia y autenticidad y, en última instancia, aceptar el final inevitable de la gran representación teatral de la vida.