Apelaciones emocionales: Antonio comenzó su discurso apelando a las emociones de la multitud. Mostró el manto ensangrentado de César y describió las heridas que había sufrido, despertando sentimientos de simpatía e ira entre el público.
Uso de Pathos: Antonio empleó patetismo, una apelación a las emociones, al enfatizar la bondad, la generosidad y el amor de César por el pueblo romano. Retrató a los conspiradores como traidores desalmados que habían traicionado a su líder y la confianza del pueblo.
Preguntas retóricas: Antonio utilizó preguntas retóricas para involucrar a la multitud y hacerles cuestionar los motivos y acciones de los conspiradores. Preguntó por qué los conspiradores habían perdonado la vida al cocónsul de César, Marco Bruto, y por qué no habían presentado al pueblo una justificación de sus acciones.
Contrastes: Antonio contrastó las virtudes y logros de César con los defectos y fechorías percibidos de los conspiradores. Destacó las victorias de César en el campo de batalla y sus planes para embellecer Roma, haciendo que el público sintiera que habían perdido a un gran líder y benefactor.
Manipulación de la opinión pública: Antonio manipuló la opinión pública al afirmar que los conspiradores tenían la intención de esclavizar a Roma. Usó palabras como "tiranía" y "esclavitud" para despertar temores y resentimiento entre la multitud, sugiriendo que los conspiradores representaban una amenaza a su libertad.
Enfatizando la voluntad del César: Antonio reveló el testamento de César, que contenía generosos legados para el pueblo romano, lo que avivó aún más su dolor y su ira. La multitud se sintió traicionada porque los conspiradores los habían privado de la generosidad prevista por César.
Representación de los conspiradores: Antonio describió a los conspiradores como asesinos fríos y calculadores que habían actuado por ambición personal y celos. Los describió como "carniceros" y "villanos", reforzando la percepción negativa de sus acciones.
Al combinar hábilmente estas tácticas, Antonio pudo influir en el sentimiento de la multitud contra los conspiradores, creando un clima de indignación pública que finalmente condujo a su caída.