1. Simplicidad y facilidad de implementación. Los cifrados monoalfabéticos son relativamente sencillos de crear e implementar y solo requieren una asignación de letras del texto sin formato a letras del texto cifrado. Esta simplicidad los hace accesibles a una amplia gama de usuarios, incluidos usuarios ocasionales e individuos sin amplios conocimientos criptográficos.
2. Resistencia a ataques de fuerza bruta. Los ataques de fuerza bruta, que implican probar sistemáticamente todas las claves posibles, pueden ser computacionalmente intensivos para cifrados más complejos. Sin embargo, en el caso de cifrados monoalfabéticos, el número de claves posibles está limitado por el número de caracteres (es decir, el alfabeto) utilizados. Esto hace que los ataques de fuerza bruta sean más factibles, pero siguen siendo un desafío para alfabetos grandes o claves más largas.
3. Idoneidad para determinadas aplicaciones. Los cifrados monoalfabéticos son particularmente adecuados para aplicaciones de baja seguridad, como ocultar mensajes secretos en comunicaciones casuales, diarios personales o documentos no críticos. Su simplicidad y facilidad de uso los hacen prácticos en estos escenarios.
Es importante señalar que los cifrados monoalfabéticos generalmente se consideran débiles según los estándares criptográficos modernos. Generalmente se prefieren técnicas de cifrado más sólidas, como cifrados polialfabéticos y algoritmos criptográficos modernos como AES, para proteger la información confidencial.