Hay muchos ejemplos de cómo se puede aplicar este proverbio en la vida real. Por ejemplo, una persona puede sentirse atraída por alguien que parece amable y afectuoso, pero luego descubre que en realidad es manipulador y egocéntrico. O bien, una persona puede comprar un producto que parece ser una buena oferta, pero luego descubre que es barato y no funciona bien.
Es importante recordar que no todo es lo que parece y que no se debe juzgar algo basándose únicamente en su apariencia. Siempre es importante hacer la debida diligencia e investigar algo antes de tomar una decisión.