En el siglo IV, San Ambrosio, obispo de Milán, introdujo el canto antifonal, en el que el coro canta versos alternos de un salmo o himno. En el siglo V, San Gregorio Magno, Papa de Roma, estandarizó la liturgia y estableció un sistema de ocho modos musicales. Este sistema, conocido como canto gregoriano, se convirtió en la principal forma de música en la Iglesia católica durante siglos.
Durante la Edad Media comenzaron a desarrollarse otras formas de música religiosa, como los dramas litúrgicos, la polifonía y la música de órgano. La polifonía, donde se cantan dos o más líneas musicales simultáneamente, adquirió importancia en el siglo XII.
En el siglo XVI, Martín Lutero inició la Reforma Protestante. Esto llevó al desarrollo de diferentes estilos de música religiosa, como los corales luteranos y el canto anglicano. Estos géneros siguen siendo partes importantes del culto cristiano actual.
Los siglos XIX y XX vieron un renovado interés en el estudio y la interpretación de la música eclesiástica antigua, como el canto gregoriano y las obras de Palestrina. También ha habido una avalancha de nueva música sacra compuesta en una variedad de estilos.