La fascinación de Delaunay por el color lo llevó a desarrollar su estilo característico de orfismo, que enfatizaba la interacción de colores puros y saturados y formas geométricas. Buscó crear una experiencia visual que no estuviera ligada a la representación de objetos sino que se centrara en las cualidades inherentes del color y su capacidad para evocar emociones y estados mentales. A través de sus experimentos con el color, Delaunay traspasó los límites del arte abstracto y ayudó a establecer la importancia del color como elemento central en la pintura moderna.