La incapacidad de Willy para aceptar su mediocridad y afrontar sus fracasos lleva a un conflicto interno entre sus sueños y la verdad. Se engaña a sí mismo creyendo que su hijo Biff se convertirá en un atleta o un hombre de negocios exitoso, a pesar de que Biff carece de talento y empuje. Las expectativas poco realistas de Willy y la presión constante ponen a prueba su relación con su familia, particularmente con Biff.
Las fantasías de Willy y la realidad chocan en sus flashbacks, donde recuerda el pasado con gafas de color rosa, idolatra los supuestos logros de su hermano Ben y se aferra a los ideales de éxito propio que la sociedad le ha vendido. Sin embargo, estas ilusiones chocan con las duras verdades de sus luchas, dificultades financieras y la falta de realización que siente en su carrera y vida personal.
La tensión entre la grandiosa autoimagen de Willy y la realidad de su situación genera ansiedad, agitación interna y frustración dentro del personaje. En última instancia, esta tensión contribuye a la trágica caída de Willy y su desilusión con el sueño americano.